Una inflación más suave en agosto seguirá presionada por los alimentos en Europa
La combinación de la sequía persistente y la enésima ola de calor a lo largo de este año se ha convertido en el principal factor de riesgo sobre unos precios de los alimentos que siguen presionados por las consecuencias de la guerra en Ucrania y, más recientemente, por un nuevo encarecimiento de los combustibles. La falta de agua está mermando la producción y los cultivos afectados van en aumento. Productos como las frutas, verduras, hortalizas o cereales son especialmente sensibles a los efectos de este fenómeno meteorológico severo que está provocando una merma de la producción y de la superficie cultivada, como constataba a principios de mes el Ministerio de Agricultura. Todo esto puede tener consecuencias muy negativas sobre el comportamiento de los precios de los alimentos de aquí a finales de año.
Los datos desagregados de inflación en julio dan algunas pistas al respecto. El encarecimiento, en relación al año anterior, de las frutas (11,6%) y los aceites y grasas (20,4%) ha puesto fin a la racha de suave moderación que la subida de precios de los alimentos y bebidas no alcohólicas venía registrando desde febrero. El mes pasado este grupo se encareció un 10,8% frente al 10,3% de junio -venían de hacerlo al 12% en mayo y al 12,9% en abril-. La variación puede parecer mínima pero constata cómo, lejos de aliviarse, la presión sobre los presupuestos de los hogares va a más.
Los agricultores miran al cielo con preocupación ante las cosechas que están por venir. La bajada de temperaturas que debería producirse los próximos meses podría ayudar a contener algo los precios del aceite, sin embargo, si la sequía continúa “es probable que haya una disminución de la cosecha“, advierte en ‘La Información’ , Andrés Góngora, miembro de la Comisión Ejecutiva de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). Ese temor ha llevado, en su opinión, a la industria a elevar los precios ante la previsión de lo que podría suceder si la falta de agua sigue azotando al campo.
La subida generalizada de las frutas frescas y los aceites y grasas tiene lugar en un momento en el que, según Góngora, el nivel de producción “es aceptable a día de hoy”, lo que no sucede sin embargo con otros muchos cultivos. Sólo el precio del aceite de oliva se ha disparado un 38,8% en el último año y un 5% en el último mes y roza los 10 euros por litro.
El consumo de frutas y verduras disminuye entre los españoles
La escalada de los productos frescos (solo las frutas subieron un 11,6% en relación al año pasado) ya ha obligado a muchos hogares a modificar sus hábitos de consumo. Desde COAG apuntan a una reducción de entre el 8 y 12% en la demanda de frutas y hortalizas, productos típicos de la dieta mediterránea que hoy día es un poco más difícil de seguir a la luz de las etiquetas con las que los ciudadanos se encuentran en los lineales. “El precio está siendo un freno para muchas familias”, señala Góngora. Esto se está traduciendo ya en “parones de consumo” y en una demanda menor por parte de los supermercados.