La startup mira con recelo a la bolsa con el tropiezo de Glovo y Wallbox en la retina
Los estrenos bursátiles se retrasan en España y a nivel internacional a la espera de mejores condiciones. Seaya y otros inversores iniciales sufren las caídas de Delivery Hero, dueño de Glovo, y el fabricante de cargadores.
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Ebury no es una ‘startup’ al uso. Hoy es una compañía tecnológica controlada por una gran corporación. Pero su salida a bolsa programada para el 2025 resuena en el mercado. Estas compañías siguen mirando con mucho recelo el parqué bursátil y los estrenos, tanto en España como fuera, son realmente escasos. Los tropiezos vividos en antiguos unicornios como Wallbox y Glovo -esta vendida a la cotizada Delivery Hero, pero a cambio de sus acciones- siguen estando en la retina. Y las condiciones de mercado, con OPV ‘tibias’ en cuanto a resultados como las de los unicornios americanos Klaviyo o Instacart.
Cabify sigue teniendo la campana “como opción”, mientras que Jobandtalent no ha planteado aún un calendario concreto, aunque sí que ha avanzado internamente en sus reportes y organización interna de cara a una potencial operación en el futuro. Idealista cuenta con el fondo de ‘private equity’ EQT como dueño de la mayoría y siempre ha estado entre las candidaturas, pero no ha dado el paso. El fondo nórdico trabaja en una alternativa para hacer líquidas sus posiciones en startups frente a la “disfunción” del parqué. La fórmula avanzada por el ‘Financial Times’: vender algunas de sus participaciones a los accionistas de sus fondos (conocidos como LP en sus siglas en inglés) para evitar una OPV.
Fuentes del sector consultadas coinciden en que las condiciones actuales no invitan precisamente a abrir esa puerta bursátil. La mayoría de los inversores pide prudencia para evitar más sustos. Sobre todo en el mercado estadounidense. “En nuestro portfolio aconsejamos: a menos que lo necesites, no lo hagas”, aseguraba al FT en octubre el socio general del gigante de la inversión Index Ventures, Mike Volpi, quien admitía que el mercado se había complicado en las últimas semanas.
Tradicionalmente, el mercado español de startups -y también el europeo- ha vivido en cierta manera de espaldas al parqué. La mayoría de grandes operaciones corporativas vividas en este tipo de compañías han sido compraventas a un rival o a una gran corporación. El segundo por tamaño fue precisamente Wallbox, el fabricante español de cargadores eléctricos para coches que se estrenó en el parqué estadounidense a través de una sociedad de ‘cheque en blanco’ (SPAC). Precisamente la firma acumula una caída muy relevante en la cotización. Hace un año sus títulos se intercambiaban a 5,60 dólares. Hoy se sitúan por debajo de los 1,5 dólares ante la ralentización del mercado de los coches eléctricos y las dudas sobre la demanda.
Esto ha afectado al núcleo duro de inversores. Uno de los más destacados es Seaya Ventures, el fondo comandado por Beatriz González. La firma llegó al estreno en 2021 con algo más del 8% de la compañía. Hasta esa fecha -entró en 2019- había puesto sobre la mesa 9,5 millones de euros. A principios de 2022, justo antes de que se cumpliera el periodo de ‘lock up’, ese mismo paquete tenía un valor de en torno a 150 millones. Pero la gestora decidió esperar. A cierre de septiembre, según ha confirmado a sus inversores, tras las últimas ampliaciones y la dilución acumulada cuenta con un 6,7% de los títulos del fabricante. Ha invertido en total 13,5 millones y a la cotización actual apenas tendría revalorización. El golpe es relevante.
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Glovo era otro que estaba llamado a protagonizar una importante salida a bolsa. La compañía se convirtió en sociedad anónima después del verano de 2021 para prepararse. Pero su CEO, Óscar Pierre, y el núcleo duro optó por una venta a Delivery Hero. No fue una salida a bolsa, pero en el fondo sí que lo fue para sus inversores. La razón: el pago se hizo íntegramente en acciones de la germana por lo que los socios de la startup pasaban a ser accionistas de una cotizada. El desplome de los títulos pasó mucha factura a minoritarios que tuvieron que esperar hasta el verano de 2022 para salir. Otros han decidido quedarse sin que haya mejorado la situación, pues el precio actual se sitúa por debajo de los 33 euros (el intercambio se hizo a 98). Seaya mantiene un 0,3% de los germanos. Hasta la fecha ha ingresado unos 19 millones por ventas de Glovo -ha invertido 15,5 millones-. Sólo ha vendido 274.000 títulos de los 790.000 que recibió.
Además de estos dos casos hay otros que representan cara y cruz. Uno es Holaluz. La firma de energía renovable se estrenaba en el BME Growth a finales de 2019. Su capitalización se situaba en los 160 millones de euros. Este año, la compañía dirigida por Carlota Pi ha sufrido el parón en la demanda de tejados solares -además decidió salir del mercado del gas-. Ha implicado dos ajustes a la baja de sus previsiones y un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) anunciado recientemente. La empresa hoy tiene una capitalización de unos 54 millones. Hay otras salidas que se mantienen en positivo como Indexa Capital, que hoy cotiza al precio con el que tocó la campana hace varios meses -se ha ajustado tras la fuerte subida inicial-.
Entre los candidatos siempre se ha situado a Cabify. El propio consejero delegado, Juan de Antonio, ha fijado siempre una OPV como “una opción”. Pero los planes de una potencial salida se enfrían después de haber levantado dinero suficiente con el Instituto de Crédito Oficial (ICO) y el empresario cofundador de Gestamp, Francisco Riberas y en plena venta por parte del gigante Rakuten de su participación -del entorno del 40%-. También está Jobandtalent, cuya última valoración superaba los 2.000 millones. La ‘ETT digital’ ha venido trabajando internamente en cambios operativos y de gestión para un potencial estreno, pero éste no está aún fijado en el calendario, según explican varias fuentes conocedoras. Ninguno de los miembros del club de los unicornios –Devo, Fever, Travelperk o Factorial– han comunicado un plan específico para el parqué.
¿Y fuera?
A nivel internacional, el panorama no cambia sustancialmente. La reapertura de las salidas a bolsa en el segmento tecnológico no está sucediendo. Esto otoño parecía que se abriría la venta para OPV que se han ido retrasando en los dos últimos años. Las salidas del diseñador de chips Arm, de la empresa de entregas de comida Instacart y de la firma de marketing de comercio electrónico Klaviyo animaron el panorama. Banqueros, inversores y otros asesores aseguraban a The Wall Street Journal hace unos días que debido a estos pobres rendimientos -todos ellos siguen por debajo del precio de salida- probablemente se había cerrado la puerta durante todo el ejercicio 2023. Los tipos de interés altos no invitan precisamente al optimismo, pues hace que las inversiones más seguras sean más atractivas frente a unos proyectos más arriesgados, con mayor foco en el crecimiento.
Entre los candidatos se encuentran, por ejemplo, el gigante online chino de la moda Shein -que estudia un potencial estreno con una valoración de hasta 90.000 millones, según Bloomberg- u otros como Stripe, Databricks o Canva, que no han planteado ningún tipo de calendario. Esta mirada con recelo al parqué ha tenido una consecuencia más mundana: los empleados tienen más dificultad para hacer líquidas sus posiciones accionariales. Esto ha llevado, por ejemplo, a organizar transacciones en secundario para darles la oportunidad de hacer caja. Es lo que ha hecho recientemente Bytedance, el dueño de TikTok, que ha organizado una recompra de títulos. O lo que planea, según avanzó el medio The Information, la propia Databricks, valorada en más de 30.000 millones de dólares: prestar dinero a los trabajadores a cambio de una participación en los ingresos de sus acciones si finalmente sale al parqué.